-Un día de éstos te vas a matar.
Ella le miró y echó una carcajada que se fundía con el estruendo de la música y la cascada de la ducha.
-De algo hay que morir, ¿no crees?- y su sonrillisa de niña traviesa flotándole en la cara.
Se dio la vuelta y alzó los brazos. El agua caía por su cintura y salía disparada en millones de gotas al ir y venir de sus caderas. La sinuosidad del movimiento de su espalda invitaba a reptar o a raptarla. Todavía no lo había decidido.
-Verás como vengan los vecinos…
Se sentó en la taza del váter y sacó un cigarrillo con la fascinación supurándole los ojos.
en esa frase "de algo hay que morir" hay por un lado una derrota y por otro unas ganas enormes de seguir luchando..
ResponderEliminarvivir, al final, debe ser aceptar las consecuencias de lo que uno hace.
La imagen esta perfecta...
ResponderEliminarBuen post. Abrazos
A raptarla. Estoy convencido.
ResponderEliminarUn beso travieso.