Nunca me había dado cuenta de lo interesante que era mi espalda hasta que viniste tú y te mudaste a mi espina dorsal. Yo estaba encantada porque cada vez que subías a mi cuello me daban escalofríos. Y con los escalofríos llegan las tardes de gofres con chocolate y nata.
Lo que no sabía es que tu intención era arrancarme el trébol de cuatro hojas que crecía entre mi cuarta y quinta costilla.
Como venganza voy a coleccionarte las pestañas para coserme un cinturón con tus deseos.
Y ahora que nos condenen por robarnos los secretos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustan los interrogatorios con palomitas haz click aquí