Tengo una idea: voy a jugar a las casitas en tu ombligo.
Es pequeño como yo y tiene la ventaja de estar en todo tu centro. Es ideal para escalar, perderme en las cavidades de tu cuello y coronar tu nariz. Además, las vistas hacia el sur son grandiosas cada mañana.
Pero lo más interesante es que desde tu ombligo existe un túnel a tu estómago y le voy a pintar mariposas con mi rotulador rojo.
Verás qué divertido cuando revoleteen en tu interior mientras yo subo a explorar el volcán de tu boca.
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